Unas son esas mujeres
que cautivan los sentidos,
las de curvas ondulantes,
de miradas insinuantes,
que aceleran los latidos;
las de siluetas cimbreantes
y deseos enardecidos
en sus voces susurrantes
y sus débiles gemidos.
Y otras son (muy diferentes)
aquellas dulces, calladas,
prudentes y recatadas
que se reservan, pacientes,
para que sea un solo hombre
el que comparta su almohada
y para amarlo sin medida;
las que aspiran a un amor
para siempre, de por vida.
Unas son esas mujeres
sensuales y llamativas,
de poses provocativas
que te excitan y motivan
con sus ardientes placeres;
las de las manos heladas
y sonrisas atrevidas,
las del fuego en sus miradas
y pasiones encendidas.
Y otras las que, en sus hogares
entregan, lentas, sus vidas
en cuidados maternales,
abnegadas y sufridas.
Las "cien por ciento confiables",
y en sus brazos adorables
vemos nuestras esperanzas
a diario fortalecidas.
Las que velan a sus hijos
cuando se enferman con fiebre,
las que dan calor al nido
al que tu, cansado, vuelves;
las que zurcen sus vestidos
con ánimo decidido,
cuando cambiarlos no pueden.
Las que te curan con besos
cuando te sientes vencido
y te soportan tus desplantes
con lágrimas de silencio,
sin proferir ni un quejido.
Unas, son flor de una noche,
luciérnagas caprichosas,
frívolas y envanecidas;
las otras, sin un reproche,
te dan su vida gustosas,
de tierno amor poseídas.-
Eduardo Ritter Bonilla.