Gracias amada ausente…
Aun seguís siendo la pequeña criatura candorosa,
que conocí hace un tiempo,
aun trasmitís el amor que quedó en tu corazón
y me emociona profundamente,
te haces querer aun mas con frenesí.
Pero lo triste pequeña,
no tengo forma de devolverte tanta devoción.
Si supieras cuánto deseo mirarte a los ojos y decirte lo mucho que te amo,
nadie sabe que sufro lo indecible,
al no poder estar en tu presencia,
ni siquiera pude tener
tus manos entre mis manos.
Mi estrellita del azul cielo;
aun te amo a pesar de ésta larga ausencia.
Desde aquí tan lejos,
solo pudo decirte gracia mi cielo,
gracia por seguir pensando en mí,
que tal vez no merezco.
¿Sabes mi niña…?
te busco cuando estoy triste
y no tengo consuelo.
Quiero tenerte;
pero yo en tu mundo ya no pertenezco.
En conclusión pienso,
que no hay razón para renegar de nuestro destino.
Ahora serenamente pienso en ti en mi vida ya sosegada,
que solamente por alguna razón
se bifurcó nuestro camino,
y fue alejando de mi lado,
a la niña pudorosa enamorada.
Autor: Alcibíades Noceda Medina