Su alma se engrandeció

Agonizó una fría mañana de invierno;
al desplegar su alma se engrandeció,
su rostro completamente sereno quedó.
Contemplé su cuerpo paralizado,
una luz lo iluminó; en su semblante
no se percibía que existiera ya dolor.
Sus manos suaves que tantas caricias dieron,
permanecían cruzadas en lo alto de su pecho.
Un beso sublime le di, de los que perduran
para siempre en lo más profundo del corazón.
Encima de su féretro una rosa descendió
de la mano de una determinada hermana,
desecha por el sufrimiento y desconsuelo.
Dejaste un espacio dificultoso de llenar.
Allá donde estés, ruega por nosotras.
Ayúdanos a soportar esta inmensa pena
que no tiene ninguna consolación.
Que tu espíritu descanse en paz hermano.