De nada sirve el viento que sopla tu velero
mientras que no definas fielmente el derrotero.
No sirve para nada la luz si no te alumbra
y sigues revolcando tu sueño en la penumbra.
Yo sé que en ocasiones hay cosas que nos duelen
y suelen ser un lastre y a veces hasta suelen
cortarnos nuestras alas para que no volemos
y luego nuestro Norte se pierde y no sabemos
ni dónde andamos. Hasta parecen desangrarnos
y acaban por hundirnos y por atormentarnos.
Gemimos, sollozamos sin encontrar consuelo,
se alejan los amigos y se nos nubla el cielo.
Son esas ocasiones que ya no das un paso
porque a pensar te atreves que ya no tiene caso
y entonces te abandonas, descuidas tu apariencia,
te sientes derrotado, se pierde tu conciencia
y llegan a tu mente los negros pensamientos
que sólo son un eco de tus remordimientos.
Las cosas más hermosas se tornan en sombrías
y así todas las noches. Así todos los días;
así cada minuto de las amargas horas
en las que ya no sabes si vives o si lloras.
Te sientes derrotado, frustrado, deprimido,
de todos los humanos, el más incomprendido.
Hasta ese oscuro mundo de tus imperfecciones,
ahí, con la maraña de tus desolaciones
hay Alguien que te quiere, que al contemplar tu drama
se abaja hasta tu alma para gritar que te ama,
que sufre al ver que sufres, que no desea verte
rondando en ese límite extraño de la muerte,
hay alguien ciertamente que, pese a que lo ignores
ni quiere verte triste ni quiere más que llores.
Hay Alguien que quisiera sacarte las espinas
y limpiar el camino por el que tú caminas
y que, seguramente, quizá ni lo merezcas,
te espera porque quiere que tú le pertenezcas.
Dios puso en ti dos ojos para que al frente vayas
así como los mares que llegan a las playas
y sólo ahí reposan su trajinar constante
por más que nunca dejan de ir siempre adelante.
Porque si Dios quisiera que fueras de reversa,
tendrías en la nuca los ojos, a la inversa...
Anímate, levántate, camina. No te frenes.
Es bueno por lo menos saber de dónde vienes.
El agua que se estanca se pudre, se engusana;
arranca las cortinas que cubren tu ventana
y deja al sol radiante que brille en tu paraje.
Tus últimos cartuchos explota con coraje.
Por más que se te cierren las puertas, persevera,
porque si no te quieres quién sabe quién te quiera.
Esfuérzate, no cedas, aférrate a la vida,
y busca entre la gente la dirección perdida.
Tú vales mucho, mucho, más de lo que imaginas.
No arriesgues tus valores, porque si no caminas
Te pasará lo mismo que el agua que se estanca
y ya ni quién te saque después de la barranca.
Porque de nada sirve que sople en tu velero
el viento en tanto en cuanto no esté tu derrotero
trazado firmemente con una ruta cierta
y a Dios le continúes cerrándole la puerta.
Heriberto Bravo Bravo. SS.CC
Este autoretrato no solo es tuyo, sino que en el se refleja todo el género humano. Los consejos dados desde la propia experiencia son los mejores. Te felicito por expresarlos de esta manera tan franca, clara y humana. Saludos!!!