Del exterior, las cíclicas flores, la tardía hiedra
que por el cristal espía libros, música, pinturas,
y el interior es del polvo que recicla su estructura
cambiando de los objetos a la embrionaria piedra.
Cuantas cosas mías, aliadas de insegura mano
que duermen y esperan sentencia de mi gusto,
marcado de agonías, cómplices del disgusto
en tristes escritos, música, o el altar pagano.
Yacen sigilosas, arteras esperan el recambio
cuando de su existencia, haya desaparecido,
y sea otro el que las tenga o sea el tenido.
Quien es dueño del banal material recambio
de objetos que pueblan todo, antes del olvido
esos que dirán presente, cuando haya partido