Escribiste un poema a mi fotografía,
en tus versos perfectos añorabas sin fin
la luz de mi mirada con toda su tristeza,
decías que era estrella solitaria sin tí.
Me pedías permiso para entrar en mi vida,
que algo te impedía llegar siempre hasta allí.
Me decías que estabas envuelto en un hechizo,
de mi foto que hizo tu pasión escribir.
Decías que sentías mi voz muy cerca tuyo
y asombrado escuchaste un susurro de mí,
diciéndote muy quedo: no guardes esa foto,
te doy todo el permiso de entrar en mi existir.
Yo te doy la licencia de que entres en mi mundo,
no tengo nada oculto, soy libre, soy felíz,
pero tu tienes dueña y ella tal vez no entienda,
que al alma de un poeta mi foto ha hecho vivir.