Vive en un espacio entre lo real y lo bello, entre las artes y lo ordinario,
a través de los ojos de Uriel admira al mundo apasionada,
con la templanza del filosofo ve el milagro de la vida por una ventana.
Un par de flores le susurran un aria antes de dormir,
otra flor imita su ternura a través de sus colores
y roba su nombre para recibir el mejor lugar en la colina.
Un conejo se pierde en la arena de un reloj,
una reina pierde su corona en una apuesta
cada vez que ella deja sólo su recuerdo
por viajar al país donde nació.
Me deja soñando con galletas que me hagan crecer
para que un día pueda llegar a ser tan grande
que sólo yo pueda habitar su corazón.
Su retrato es el árbol lleno de hojas con versos míos,
sus palabras tornados que me elevan sobre las nubes,
su mirada el rayo que le da luz a mis sueños,
su belleza se desborda hasta su exterior,
su nobleza inunda mi imaginación,
Me gustaría entrar en su mundo disfrazado de melodía,
me gustaría escribirle un soneto cada día,
que me mire como si fuera una pintura sin terminar,
que con una sonrisa secreta me pinte hasta la eternidad.