Perdóname, Señor,
Perdóname, si caigo
En tantas de las “malas tentaciones”
Con que me tienta el Mundo,
La Carne y el Diablo.
No son tales Caídas, sin embargo,
Las que me pesan más
De mis muchos Pecados.
Nada me pesa más,
Nada me pesa tanto,
Señor, como me pesa
Resistir a las “Buenas Tentaciones”
Con las que de continuo Tú me tientas
A que siga tus pasos,
A que lo deje todo por seguirte.
Mas me quedo parado,
Señor, después de oírte,
Y a tus tiernos reclamos
Permanezco Impasible.
Decirle sí al Diablo,
Al Mundo o a la Carne,
Es pecado que tengo por muy grave;
Pero, Señor, decirte a Ti que no,
Cuando con Voz tan suave
No dejas de llamarme,
Me parece Pecado imperdonable.
Señor, cuando me llames,
Aunque sea a la rastra,
Hasta a Ti atráeme.
Y, una vez atraído,
Ya no me dejes nunca que me vaya.