En esta noche me ha sido negada
gracia sencilla del sueño habitual,
zumo de frutas moradas parecen
ojos sombríos se anegan de llanto.
Gotas de lluvia de invierno no paran
se han ahogado las llamas de brillo
que colorean el iris del ojo,
boca apretada, y párpados lacios.
Es que este insomnio taladra mis sienes
con siete clavos vigilia que amarga
y los deseos regresan de pronto,
donde estará, ese amor extraviado
con su sonrisa que hechiza mi esencia,
manos que huelen a ramos de dalias,
lecho vacío que llama su nombre.
Luego me agito intranquilo de insomnio,
parece un haz de culebras trenzadas
látigo rojo implacable fustiga,
pero de pronto tan suave ha llegado
a reclinarse a los pies de mi cama
y de mis párpados largos asoma
como una venda de bronce encantada.
Manos nerviosas se aquietan cruzadas
en ademán de defensa cerrada,
será otro sueño o eres tú monja negra
porque ha llegado la hora esperada.
Humberto Reyes H.