Llamada repentina

Se acabaron para mí los gritos
así lo ha querido el Señor,
en adelante hablaré en susurro,
la voz de mi corazón llegará
como una canción suave y dulce.
Gente presurosa acude al Mercado
allí están los que compran y venden,
ya no compro nada y nada vendo.
Tengo mi descanso a mediodía
cuando todos trabajan,
se abren las flores de mi jardín
aun fuera de tiempo,
vienen las abejas de la mañana
con un zumbido de sueño.
Cuantas horas he perdido
en la lucha del bien y el mal,
ahora mi pareja se alegra
todos los días son feriados
y estrecha mi corazón
contra su pecho.
No sé a qué se debe
esta llamada repentina
al sosiego y a la calma.
Lupercio Reyes