Timida osadia.

Nunca te dije te amo
con suficiente osadia
para que la luna no riera
con su rayo de plata
y tu no vieras cómo de alegría
se me escurrian las lágrimas
cual acantilado de mansas aguas.
Ahora que sé,
que no es más que quimera
que dulce partió de alba
y se ha quedado en silencio
aquella voz de los vientos
que mecían mis cabellos negros
en tanto despuntaba el sol
no tengo mas que el olvido
que nace como mil guirnaldas
cuando te recuerdo ensueños
con ese beso en mi oído
que me dejabas en la almohada
y que con sigilo prendido
en mi mejilla acaba
como esencia de rosas
que adornaba mi ilusión.
Ahora que ya alzo el vuelo
y te llevo prendido
en la dulzura de mi esencia
como perfume que se exhala
en velos de tul.
Así es esta alma mía
que un día guardó un te quiero
en lo más profundo del silencio
y lo transmutó en palabras
en versos y alegrías
en sueños y en melodías
que solo pueden nacer
de lo íntimo del corazón.