Tengo un jardÃn de acantos y de acacias, de abedules, abetos y oyameles. En él crecen alheñas y claveles y no faltan tampoco las ulmáceas. En Invierno las flores están lacias y la gran variedad de aves que integran un orfeón espontáneo, no se alegran, y de aquel mi jardÃn huyen las gracias. Hasta el mismo arroyuelo que serpea entre jaras, jacintos y azucenas, pareciera llorar, cantar sus penas y en silencio escarchado se recrea. Las hortencias también se tambalean y de aquella floresta variopinta sólo queda un vestigio, una suscinta caravana de luz. Todas se afean. Unas cuantas parecen revelarse, sosteniéndose en pie por puro orgullo. Otras más, cuando apenas son capullo, parecieran querer cristalizarse. ¡Ay, qué triste jardÃn el que yo tengo! ¡qué paisaje tan gris, qué sinfonÃa cubre mi alma de azul melancolÃa! Cual las flores apenas me sostengo. Es que igual que al jardÃn llegó el Invierno, el más crudo y el más alborotado hasta mi alma y, por Dios, ¡qué mal parado me encontró y alejado de lo eterno! ¡Qué profunda tristeza la que anega a mi pobre jardÃn! ¡qué ingrata basca! En los ojos el llanto se me atasca y una gélida lágrima me ciega. Con mi vida el amor no se divierte. A mis prados la dicha ya no llega. Todo, todo lo bello se me niega, hasta el mismo consuelo de la muerte. Pero Dios olvidarme no podÃa. Fue por ello que un dÃa, sin que fuera todavÃa la dulce Primavera, este crudo dolor me arrancarÃa. Yo le dije: "Señor: ¿por qué te alejas? ¿Dónde está nuestra alianza, nuestro pacto?" Y ante aquellos clamores ipso facto, el buen Dios escuchó mis hondas quejas. ¡Una flor, una linda florecilla toda llena de encantos y colores fue surgiendo de pronto entre las flores entre aquella nevada y acre arcilla! ¡Qué graciosa! ¡qué bien se distinguÃa entre tantos arbustos deshojados! De sus pétalos blancos y aromados la grandeza de Dios se le escurrÃa. ¿De qué raros jardines provenÃa? ¿Qué viveros arcanos la forjaron? ¿Cómo fue que jamás la consignaron los floristas que estudian biologÃa? Le llamaban "Bebé" Después lo supe. Nuevamente las luces se encendieron en mi pobre jardÃn y me dijeron que su nombre real es Guadalupe. Heriberto Bravo Bravo SS.CC