Capricho

Entró en el callejón. Su costoso perfume recortaba a pedazos el olor a vulgar sellado en las baldosas. Al ritmo bien marcado de cadera y tacones llegó hasta la plazuela. Un hombre se acercó a recibirla, un escueto saludo y un gesto que la invitó a seguirlo hizo que ella asintiera simulando desdén, aparentando una mirada distraída. Medio minuto y todos los ojos de aquel antro se clavaron en ella. Le resultó reconfortante esa sensación entre miedo y poder, nunca antes se había sentido así, acertó al decidir que quería salir de su zona de confort desde donde veía el mundo vestido de rojo tercipelo. Las mesas de tablé y y una barra con jarras de cerveza no era el tipo de garito al que ella aspiraba. Miró a su alrededor, ropa de mercadillo y deportivas chocaban de frente ante su Louis Vuitton. Extrañamente comenzó a sentirse cómoda, la música ochentera y un vodka con limón le ayudaron a soltar su melena, metida en su papel de damita rebelde. El alcohol y el sudor hacían comunión danzando sin piedad por el prieto salón, y en esa mezcla extraña de Channel de suburbio y looks imposibles se sintió como pez en el agua...aún sabiendo que el agua estaba sucia y cubría de barro sus valiosos zapatos.