¿Lo que quedó entre los dos, ya no tiene valor?
quizás, ni siquiera para la sucesiva esperanza,
la imposibilidad de tenerte siempre, causa dolor,
es irremediable, consciente soy, lo sé con certeza.
Tu imagen divina quedará en mí, de por vida.
Cada noche mis manos te buscan ciegamente,
esperando encontrarte a lado mío, dormida.
Despierto, te paseo por las sendas de mi mente.
Me atreví tenerte y, ahora será mi larga condena.
Tu presencia dentro de mí, también es una suerte,
la suerte de haber compartido tu alma buena,
tal vez con la mía, seguirán después de la muerte.
Posiblemente esta remota esperaza es ilusoria,
de encontrarte nuevamente en otra dimensión,
quién sabe dónde, me gustaría que sea la gloria.
Mientras dure la vida, el Creador tomará la decisión.