Amanezco sin ella en el remolino suavemente,
en mi mente hay pétalos de flores enmohecidas,
en medio del pasto mojado esta el pasado reciente,
la sublime ternura, de la que fuera mi prometida.
Me quedo mordiendo palabras, inhalando recuerdos
que corren como travieso niño en mi mente cerrada,
donde ahora crecen malezas y espinudos cardos,
allí a ella aún la tengo atada en mí visera bastarda.
Para no volver a pensarla asfixio su presencia enlatada,
guardada en plástico, o simplemente en hoja de papel,
donde aun llora y llora en ahogante lagrima desatada,
también sufre sus horas engastadas en cortante cincel.
Desde lejos ya no puedo secar sus ojitos de hielos,
en el fono no deja de llorar y gritarme te ¡quiero…!
En sus esos ojos de cristal he perdido mis cielos,
en ellos mi mundo es sueño; donde el amor libero.
Autor: Alcibíades Noceda Medina