Hay un momento para una despedida
y una despedida es un momento.
Hay un tiempo de compartir y de reír
un tiempo de sentir gozo en el alma,
te sientes liviana y en paz,
disfrutas de el aire, del sol,
de las conversaciones diarias,
las amistades van y vienen,
hoy un nuevo día, otro desafío,
algo para celebrar, un aniversario,
un nacimiento, graduaciones, éxito.
Sentimos que tenemos el mundo,
podemos manejarlo todo, todo bajo control,
la casa, el estudio, la familia,
la vida ordenada y precisa,
cómo un mágico cuento del nunca jamás.
Que nunca sufras, que nunca llores,
que no te enfermes, que no te roben,
que no te ofendan, que no te mientan
y así, armamos nuestra vida.
Hasta que un momento sucede,
todo se descoloca, nada coincide,
la magia se rompe, se ha cortado el hilo
y lloramos, sufrimos, nos desgarramos,
aprendemos que nada es para siempre.
Hay momentos únicos y ése momento
es el que cuenta, no lo dejes ir,
es la luz que te alienta a seguir.
Tal vez sea duro seguir
con nuestros sueños rotos
pero otros surgirán, serán como luces
que nos guiarán.