Tú y yo descubrimos que el mundo queda reducido,
A un pequeño espacio, lentamente me tomas la mano,
Y percibes que estoy ansioso en ese mismo instante,
Me tomas en tus brazos, sin pronunciar una palabra.
Y ves que me pierdo en tu mirada, me miras fijamente.
Es ahí, cuando el deseo recorre y no llamamos de placer,
Indescriptibles mi pulso se acelera, tú con la palabra,
Precisa me susurras al oído lo que quiero escuchar.
Que me deseas tanto que no vas a parar te abrazo fuerte.
Y con mis ansias agitadas toco tu cuerpo, ese cuerpo.
Que será mía, nos besamos, dentro del alma hay fuego.
Que quema nuestros labios, mis manos parece que son alas.
Que vuelan libres por tu cuerpo, ese cuerpo que pide a gritos.
Mi esencia, tus besos mis dedos te despojan del vestido.
Somos uno cuando estamos solos,
La ropa desaparece y quedas vulnerable.
Ante ti, ante mi deseo insostenible,
Extasiado por dominar tus caderas enardecidas.
De tus glúteos apoderarme con mis manos.
Y guiarte al infinito de mi ser ¡que placer!
Ya desnuda observo tu silueta,
Pasmado te acaricias de nuevo, seductor,
Despertando toda mi pasión,
Mi lujuria, mi deseo por ti ahora tomo.
Con firmeza tus manos en las mías,
Al sentir tu aroma mis anhelos crecen,
Mi boca con desespero murmulla, mamamia.
Beso tu cuello, tu pecho, siento tu corazón.
De tanto latir se puede rompe el colochón.
Que a cada instante, anhelo tu presencia,
Tardes merecidas por la ganas ¿es erótico?
Noches esperanzadas de mirarte, que rico.
Copyright © 2010 Ramiro Álvarez Cedeño.