Cuando llega el invierno, los colores
Que ayer pintó el verano con esmero
viran al blanco nieve o al severo
negro, que asesina los fulgores
Ráfagas, brisa o viento ligero
Ahuyentan la calidez del sol vencido
Por tiempo y distancia, el pájaro aterido
deja por siempre, el hogar postrero.
Gélido el aire que al silencio invita
blanco crepitante tornanse el camino
con hojas que no esquivan su destino,
Porque saben que el tiempo les dio cita
Y así como en tiempo, la fecha señalada
Cumple inexorable su presencia
Porque será que en este ámbito tu ausencia
Multiplica sin fin, tu imagen venerada.
O será que en la quietud de mi pieza
Que ayer vio la fusión de nuestros cuerpos
Solo son fotos, papel o esbozos yertos
El símbolo inicial de la tristeza.
Si éramos dos, el tiempo no importaba
ni frío ni calor, llegaban a la esencia
que en mi ser, lograba tu presencia
porque sentía que me amabas y te amaba.
Y ahora que no estas, quiere el poeta
que incipiente duerme en mi cabeza
cambiar por versos, la letal pereza
que invade mi cuerpo, ya ninguna meta.
Y como los pájaros y flores que se han ido
cumpliendo la sentencia prefijada
el invierno es mi alma abandonada
Y lo muerto, es mi cuerpo consumido.