Libelula Chiquita
La crisálida que ayer en tus manos quería crecer, aprendió que, para mariposa de luna ser, dolor, llanto y desesperación sufrir debía.
Comprendió que la gema más valiosa, delicadeza jamás consigue en las manos del orfebre, que la linda filigrana en la fragua ha de doblegarse, ante el martillo, el cincel y la flama.
¡Al fin entendió!, que en la senda de la vida, encontramos lecciones aprendidas, que no es quitando las piedras, que la seguridad de no tropezar obtenemos, que presentirlas, verlas y advertirlas, es lo primero, para las dificultades esquivar y hacia la meta continuar.
No logré ser tu mariposa de alas preciosas para posarme en ti, fui tan solo libélula chiquita que de su capullo librarla no quisiste. No me diste tiempo suficiente para salir de mi prisión y emprender rauda el vuelo hacia tu pasión, tiempo no me regalaste para tranquilizarme en tus manos anheladas amor…
Nuevamente libélula chiquita quiero ser y bajando de los sarmientos donde estoy posarme en otras palmas que me den su amor, pues ¡Como duele volar queriéndote amar, si tus manos mantienes cerradas, si no me quisiste aguardar!