Describiendo la belleza

Frente a mí estás caminando,
con tu impactante belleza corporal,
tus ojos blancos como un coral,
me hacen pensar que estoy soñando.
Tu pelo es un derrame de petróleo,
en el lugar más pobre del mundo,
y al verte siento un placer profundo,
por tu cutis más fino que el óleo.
Tu nariz es el perfecto complemento,
de esos labios de seda esculturales,
que esperan ansiosos a que hables,
para seducirme con su movimiento lento.
Tu pecho es como un valle de flores,
al que cualquiera desearía poder regar,
y a nadie yo le puedo negar,
que de toda la isla son los mejores.
Al mirar tu estómago me mareo,
por el vaivén de tu respiración,
una de las causas de mi inspiración,
y de escribirte este poema con deseo.
Qué alegría siento al mirar tus caderas,
que simulan un meandro caminante,
tan sólo rozarlas sería algo impactante,
y tenerlas sería la bendición entera.
El manto que cubre tus músculos,
es semejante a un mar de chocolate,
cuando el Sol lo ilumina mi corazón late,
por el parecido que tiene al crepúsculo.
Tus muslos me invitan a la perdición,
por considerarlos más valiosos que el oro,
y yo te aseguro que son un gran tesoro,
que le añadirían a mi vida mucha bendición.
Tu espalda es más suave que una caricia,
y Cuando la toco creo que estoy soñado,
al sentirla no creo que esté pasando,
por un momento de tan agradable delicia.
Me encanta hasta la dureza de tus rodillas,
y más cuando las siento sobre mi cuerpo,
antes de no tenerlas preferiría estar muerto,
a no poder sentirme con ellas de maravilla.
La única cosa importante que no me gusta de tí,
es el hecho de que todavía no seas mi esposa,
pero estoy seguro que mi vida será hermosa,
el día en que tu alma viva eternamente junto a mí.
Por: Efraín Trinidad Rodríguez
“PoetaDeDios”© Morovis, P.R.
7-abril-2004.