Con los brincos de la huella,
que recorren las colinas,
de polvorienta tierra;
a veces con un sol que parte las entrañas,
y otras bajo sombras que brindan
los plantados árboles, por la naturaleza,
algunas que otra vez mojada
por las gotas de lluvias.
En las oscuras noches,
el rocío templa su aposento.
Otras la luna te ilumina
y las estrellas cubren tu cuerpo
de nostalgia e ilusiones.
Entrecruzas los campos,
dando muestras de tu imponencia
donde transitan campesinos rumbo a sus tareas.
Se escuchan los cascos firmes de los equinos,
la charla amena de sus cabalgantes.
Se observa el humo de sus cigarros
que acompañan con sus brasas,
el movimiento del corcel,
y el ladrido de algún can,
fiel amante de su compañía.
Por momentos el revuelo de aleteos de aves
que dormitan en los matorrales,
Y el canto nocturno de pájaros
que alientan los pasos de quienes avanzan.
Se oye a lo lejos el himno de cigarras y grillos,
las luciérnagas también acompañan su movimiento
por ese rastro habitual para la faena.
Tienen como única tutela el lucero
goteando nostalgia, corazón del silencio. Mecha Foderé