Por tu tersa piel sin duda en perfecto cuerpo airoso, se arrodilla ardil coloso, o deidad etérea y justa.
Y la parca flaca y brusca, de la envidia allí se muere.
Diles mujer quien eres!
Yo estaré servil y ansioso a esperar con alegría, que en tu astucia y picardía, te des cuenta de que existo.
Y si el diablo que es muy listo se opusiera a tus antojos, yo lo invoco con mi arrojo y castigo su osadía.
Y tal vez llegue aquel día en que los mares se sonrojen y las olas se convoquen construyendo tu abadía. Porque adorarte también busco con el más sutil amaño, percibiendo que te gusto, sin tapujo y sin engaño.
Permíteme a que te ame y entregarme es lo que aduzco y al hacer el pacto chusco, que hasta el cielo nos declame.
Oscar Herrera M
New York 2021
Talvez llegue aquel dia e que los mares se sorojen muy bien diez plumas a tu inspiracion