biblioteca de un anormal

En mi biblioteca inconclusa tengo
Varios libros que no tengo,
Espacios vacíos llenos de telarañas y recuerdos;
De soles con penumbras, de bufandas con frío.
Amontonó tardes que se hicieron tarde,
Mañanas que no son hoy, noches y más noches.
Hay también caminos que se hacen atajos,
O peor aun, atajos que se hacen barricadas.
Tengo inviernos plagados de otoño
Y una primavera que llega en verano.
Tengo todo eso y más, en esa repisa obsoleta
Amortiguada por sudores vitalicios y algún colapso.
Hay palabras que se arrugan con olvidos suicidas
Y hay silencios que no se planchan.
En algunos rincones hay versiones incompletas
De leyendas que no viven ni sobreviven.
Alucinantes fascículos de divulgación científica
Que tienen como objeto supremo confundir.
Hay mentiras que son de mentira
Y verdades que no son de papel.
Tengo archivadas memorias olvidadizas
Y un olvido que me lo sé de memoria.
Cuento con una exclusiva colección de cuentos
Que cuentan con redundancia historias
Que jamás sucedieron ni van a suceder
Porque no las pienso contar.
Tengo los ojos de la chica que no me miró,
Guardo la mirada humilde que le ofrecí.
Alisto mis derrotas por orden alfabético
Y en el diccionario no encontré la palabra victoria.
Hay libros inéditos o libros inescritos
Que me pertenecen o que me horrorizan,
Que los llevo en el estante de mi cabeza,
Son novelas con un amplio abanico de géneros:
Ficticios, reales, irreales, no ficticios,
Personajes que viven en la suite de mi imaginación.
Héroes fantásticos que se suprimen en antihéroes
Y archienemigos que se nos hacen los amigos.
En mi biblioteca conviven señoritas y sueños,
Bufones solidarios, sacerdotes amarretes,
Heridas que mienten, corazones que sangran
Y un par de luces que carecen de sombras
Y una lista infinita de sonetos que no son,
De amores que no fueron y alegrías que no serán.
Hay estrellas que brillan por costumbre
Y amantes que miran la luna de vicio.
Hay mercaderes escondidos que venden tristezas
Y las cobran a contrareembolso
Organizo excursiones al pasado de la luz
Pero termino volviendo al presente de lo sombrío.
Colecciono sonrisas, para no olvidarme de reír un día
Y soplo el polvo de nuevos libros.
Algunos libros no llevan tapas ni títulos,
Otros no levan hojas ni paginas
Y los restantes no tienen autor ni palabras.
Son raros por donde se los mire,
Claro, que no se los puede ver
Porque ni siquiera están fichados.
Biografías, autobiografías no hay,
Bah! hay pero no están autorizadas.
Hay olor a polillas y naftalina:
“lo nuevo con lo viejo van de la mano”
Sobre los vientos nadie dice nada
Porque creen que son suspiros de ángeles,
Ah! En cambio sobre los vendavales
Todos callan porque él se lleva las palabras.
Las puertas que se abren sólo llevan
A otras puertas, que sin dudas se cierran.
Montones y montones de libros que no sirven,
O que si, sirven ya nadie los lee.
Hay murales que pintan de ausencias prolongadas,
Hay presencias que borran murales desolados.
Hay poemas como novias,
Hay desilusiones como poemas,
O sea hay novias como desilusiones;
Y dioses y adioses y advertencias
Y adversarios y sentencias y aniversarios
Y odas sentimentales y males benditos.
Hay relatos breves y nostalgias largas,
Hay besos cortos y versos anchos.
Hay épicas, cantares, jarchas, romances,
Villancicos, versos libres y presos.
Vienen memorias que se van con olvido.
Hay síntesis de vida que resume la muerte.
Hay policías que custodian su propio interés
Y ángeles desplumados cuelgan del techo de la sombra.
Libros que libran, justicias que no ajustician.
Hay pormenores al pormayor.
Ensayos que no se ensayan ¿para qué?
Espesos que nos despejan ¿por qué?
Animales que omiten su propia razón,
Broncas que brincan, odios, oh! Dios
Cuanto mal se acostumbra al alma,
A esa alma giratoria con asma y más libros.
Ojos vendados que miran difusos
Y más libros difusos que no se venden.
Hay mordazas sucias que ahogan el grito
Y hay gritos de espantos y un grito de placer.
En mi biblioteca inconclusa tengo
Hartos libros que no tengo,
Moscas en el vidrio, resabio en la boca,
Humedad en la pared, lágrimas en el mundo,
Hojas desparramadas y tintas secas,
Lunas libres, estrellas solas y un sol lejos.
Corazones curados con curitas
Y sangre fresca que llora por la venas.
Guardo cicatrices en la nevera de venganza
Y una buena comida que olfatea mi hambre.
Colecciono adioses en amplio inventario
Y a las bienvenidas como gloriosa revelación.
Hay sentado como cuatro o cinco escritores
Que se rehúsan rotundamente a escribir,
Se exilian en el silencio o en la incomprensión,
Me subestiman con su mirada rancia
Y dejan en desesperante quietud sus manos,
Con sus frívolas plumas en sopor.
Hay esquina que doblan peligrando el barrio
Y calles que peligran con sólo doblarse.
Resacas que son difíciles de surfear,
Más cuando la ola es de vino tinto.
Hay cigarros de marcas ilegibles
Y estupefacientes que se marcan ilegales.
Hay jaulas que hacen de cárcel
Y cárceles para las ideas.
Atesoro gotas funestas del diluvio postrero
Y aguardo el aguacero que viene sin avisar.
Lo que un necio contesta con gritos,
Un sabio puede decirlo cantando, hermano.
Hay presidentes eruditos que ignoran
Y paginas que se escriben con barro.
Barrios alejados, barrios sin luz,
Barrios sin solapas y con dios malherido.
Hay pordioseros que ya no piden ni lastimas,
Y empresarios que ya no saben que sacar.
Ventanas que no dan ningún paisaje
Y pasajes que no llevan a ningún lugar.
Hay trenes fantasmas que vuelven sin nadie
Y fantasmas que vuelven sin trenes.
Se yuxtaponen las tristezas, se enlazan,
Se articulan con penas y con esperas.
Se vende la agonía a bajo precio,
Se renta la muerte a corto plazo.
Hay mujeres que esperan ser musas
Y también musas que se hicieron rameras,
Ahora trabajan por menos dinero
Pero por una cuota más de placer.
Hay tragedias que se vuelven cómicas
Y los sublimes son los más grotescos.
Mi biblioteca esta limpia de mugre y culpa,
De otarios y bancarios, de moralistas y capitalistas;
No hay duendes gritones, ni hadas boludas,
No hay unicornios, ni gorriones, ni pasillos,
Ni gnomos, ni brujas arpías, ni hipocampos,
No hay fantasía discalicas ni aureolas,
No tiene relojes ni objetos multicolores,
Carece de joyas preciosas y de agua bendita,
De metodologías complicadas y complejas filosofías,
Es sobria, sencilla, simple como una nube blanca.
A veces vienen compradores a tentarme,
A querer llevarse mis libros que no están.
Vienen también editores y críticos
A querer editar y criticar, respectivamente,
Pero no entienden que no hay libros,
Y que si los hubiera no los habría.
No pueden comprender algo tan simple,
Que sólo escribo por la niña que no esta,
Pero como no esta, no escribo,
Pero ella sabe igual cuanto la rememoro y la pienso.
Y Cervantes y Neruda y Borges
Y Marquéz y Benedetti y Arlt
Y Machado y Lorca y Dolina
Y Sabato y tantos otros, que por falta
De tiempo, espacio y memoria no los nombro,
Comprendieron la misma desdicha.
No best seller; Si bestia, se leer.
Y chupamedias y medias certezas y putear.
Andar tranquilo por los andenes de la vida
Y no llegar nervioso a la estación muerte
Y poner los puntos sobre las íes,
O ponerlos al final y rezar bajito
Con disimulo celestial, por si las moscas,
Dios quizás este atenti y venga.
Abrigare las entrañas desnudas de este amor
Y me sumergiré a mi destino.
Aprovechare cualquier romance venidero
Y no me avergonzare de derrocharlo en un rato.
Hacer un fueguito con dos piedritas
Y comenzar una fogata desmesurada,
Sentir el calor en los cromosomas
Y que las sombras fugitivas vuelvan con la luz
E ir deshojando libros enteros, arrancarlos sin piedad,
Tirarlos a la hoguera sin remordimiento
Ver como se queman, oír como gritan las palabras
Y volverse indiferente, hacer oídos sordos.
Y empezar de abajo a construir algo nuevo.