Dedicado a Zar mi perro fallecido

Quiero escribir  con el dolor que me causa este mediodía, abrasadoramente soleado,  y no me engaño, se que dentro mío se han rebelado  mis recuerdos, contra la vida, el sol y los astros y parece que todo muere,  sobre el invierno de mi corazón,  pero es mentira. Soy yo quien pide frío, sombra, nieve que tanto querías,  para que tu alma se asile,  en el vacío que sin quererlo me has dejado y sentir tu corazón,  que tan ciertamente  dije  un día, era de oro blanco. Y que ladres a mi pena,  con ese valor que solo tu tenías. Zar, es verdad, hacía  tiempo que eras mi único consuelo, la soledad nos temía y cuando tu no vigilabas era yo quien vigilaba, no había en mi alma ningun punto desprotegido,  pero ahora te has ido y desertan otra vez asolados,  los custodios de mis alegrías. Me he echado a caminar y en cada sitio donde mis ojos posan sus  crespones, creo verte y hechizado te sigo, yo vagaría detrás de tu sombra,  llamandote amigo, gritandote:  ¿por qué te has ido?, preguntandote: ¿es qué tiene la muerte en su veneno,  algo mejor que mi compañía?,y  te perdonaría  pues yo tambien conozco el irresistible sonido,  de un canto de sirena,  pero me duele y me apena,  no haber podido, atarte  con mis manos al mundo y cuando la muerte vino a llevarte,  haberle dicho; o los dos o ninguno.

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