Ella lo pensaba y lo pensaba
Y mientras más lo pensaba,
Más temores invadían su alma,
Ya de por si atormentada…
Pero un giro inesperado del destino
Volvería a golpearla…
¡Una guerra había sido declarada!
Por lo tanto… no era momento de coger camino…
Ella debería por lo pronto…
Suspender todos sus designios…
De nuevo las sombras cubrieron su rostro…
En el reino, el silencio llegó con otro…
Si, con otro anuncio…
Su príncipe adorado, se hacía corrupto…
¡Y de ella sólo deseaba su placer y su sexo!
Y aunque ella correspondía… de lo que ella más quería, eso estaba muy lejos…
Pero el caso es que ella, ya estaba loca y perdidamente enamorada
Y aunque ella intentaba olvidarlo
A la mañana siguiente regresaba,
Sumisamente a buscarlo…
¡Oh señor de las aguas, Señor de los mares y océanos!
Llevadme al fondo de vuestro reino,
No dejéis que siga viviendo
¡Llevadme padre, llevadme!
Eran sus últimos ruegos…
Cuando de pronto, por la puerta entró
(Dando gritos de desesperación)
Si, su propio esposo…
Ella calló en seguida…
¡El amenazaba con quitarse la vida!
El se hincó de rodillas,
Y a sus pies le decía:
“No me dejes vida mía,
Se que te he hecho daño,
Se que te he dejado a un lado…
Se que he aceptado los regalos,
De otras mujeres, pero ahora no te engaño…
Tengo tiempo concentrado,
En salvar este reino en el que yo también estoy atrapado”…
Mientras besaba sus pies arrodillado…
Un frío súbito recorrió la espalda de la princesa
Su alma había quedado congelada por la sorpresa
Y ahora viéndolo humillado
Sus lágrimas resbalaban
Por su rostro petrificado
Y sin conciencia de nada
En su hombro, ella posó su mano helada…