Pálida se va poniendo la tarde.
El sol, languideciendo lentamente.
Se va apagando este verano ardiente
La fronda, de su verdor no hace alarde
Hojas gualdas ya penden a manojos.
En la tierra húmeda caen de hinojos.
Llegando viene el otoño silente.
Peregrina el ave a lugar lejano;
su gorjeo de pasión está ausente.
Despido el júbilo de otro verano.
¿Cuántos más viviré probablemente?
Me pregunto, con el alma en la mano.
Asumo: la vida es una corriente,
y mi cuerpo va haciéndose liviano.
Soy una hoja caduca, es evidente.
Todo tiene su tiempo, es soberano.
Aun así, espero el próximo verano.
©Estela Foderé