Estoy finalizando la partida,
con las perrerías aprendidas
en la dignidad baldía,
las cosas feas que ocurren
marcan toda tú vida,
la grandeza se repercute
en los timbales de los oídos,
sin música no hay equilibrio,
no hay posibilidad de terminar
con un juicio rápido,
es más fácil prolongar
eso que denominamos injusticia.
Un concepto constructivo,
salir a la calle merece la pena,
descubrir miles de sitios
donde esconder mi miseria,
no sé si es productivo
el seguir trabajando,
el seguir mimando mis ideas
con el sonido de mi esperanza,
lo será si te encuentro
al otro lado de la balanza,
si te puedo acariciar los labios
con mis pequeñas manos.
No me olvido de las sumatorias,
me acostumbro a las reglas inversas,
a las restas infinitas
y a los dolores de cabeza,
mis idiomas son trabalenguas
de difícil calificación,
son tan sólo ruedas caóticas
que navegan al horizonte
sin una marca de destino,
sin eso que llaman ilusión.
La importancia de los entrenamientos,
la indisciplina de los sentimientos,
la amalgama inoperante
se adentra en el mercado
de las confusiones,
cada objetivo es una marca
que desciende hacia el abismo,
no han nada porcentual,
los dolores son peones
que se clavan en el corazón.