A mitad de una noche sin tiempo,
con las manos apuradas
y la piel arrasada de angustias
quiero hacer que la historia
despierte sin fechas
más allá de la nada;
dentro de ausencias idas
y en medio del inacabable letargo
en que se oculta mi propio desvelo.
Y en la enormidad del alba,
junto a la piel ajustada
y las obsesiones embargadas,
quiero que la tarde quede inmóvil
junto al claro malhumor del ocaso
para coronar de deleites
el lento despertar de tus hartazgos
nutriéndome del tierno despertar
de dos bocas en su agonía.
Y entre las nubes encabritadas
de unos bordes cincelados
por el barullo de las ideas,
quiero transgredir los límites
que aprietan las orillas
de los labios en la refriega
cuando mueren de repente,
brutalmente extasiadas.
Y detrás del vidrioso amago
de la brisa en lontananza,
que se arrastra profundo
trastocando repentinas tibiezas,
quiero quedar expuesto
por encima del vientre
que se entremezcla inmenso
en el profundo burbujeo
de la espuma en su letargo.
Y ahí,
en el breve delirio de tus desvelos,
quiero que se renueven
en anónimo desorden
el infinito segundo de tu piel
y la inagotable caricia de tu voz,
para así,
lejos de la brisa
que rasga mis impulsos,
colmar de húmedos caprichos
el sueño que se oculta silente
detrás de mudos deleites.
Quiero,
en medio de una noche sin tiempo,
dibujar el color de tu líneas
y en el hartazgo de ese tiempo mío
finalmente…ponerte nombre.