..-Los hombres también lloran-..

Dicen que los hombres no deben llorar, que han de ser fuertes,

y ni una lágrima de sus ojos han de dejar escapar.

Y yo me pregunto, ¿por qué?... 

¿Por qué he de reprimir mi tristeza o mi profunda pena cuando me encuentro ante el ocaso de mi risa?

¿Por qué he de tragarme mis lágrimas cuando yo también necesito llorar?

¿Es que acaso no tengo sentimientos? ¿Es que a mí no me pueden conmover las cosas?

¿O es que no puedo dejarme subyugar por una triste y dulce melodía que despierte mi pena más honda?

¿Es que acaso no se puede llorar cuando pierdes a un ser querido o a un amigo de verdad?

No me siento menos hombre cuando lloro en los brazos de alguien.

Ni cuando veo un largometraje y se me escapan unas lágrimas.

Ni cuando me siento abatido al ver que mi vida navega a la deriva porque no sé amar de otra manera.

Ni tampoco, cuando echo de menos a mi tierrina asturiana, ni cuando mi amigo el indio descubrió que yo no era perfecto, y me clavó su hielo en el alma.

Sólo sé que llorar es necesario porque libera las penas y las hace menos amargas.

Porque a un hombre lo engrandece más todavía al permitir que la naturaleza humana

le descubra lo vulnerable que puede ser ante las cosas.

Y lo sensible y humano que es ante esa mentira que nos inculcan, sin querer a veces,

desde niños: la de ser el más duro de todos.