Basta con que me llames en el borde de tu sueño,
acudiré presurosa al dintel de tu ventana,
y verás salir el sol,y despejarse la nube
y soplar el aliento de mi voz en tus silencios.
No necesitas,no, tesoro y pan de mi alma
que mil astros te envuelvan cada vez que apareces,
pues te llevo tatuado en mi piel y en mis huesos
y son tuyos los versos que elevan mi vida;
a regiones infinitas donde no necesito:
perfección en la rima,seducción en las formas,
solo, atraerte a mi estancia, con la suave ternura
de una brisa que cae en Jirones de tiempo.
Donde mezclo la lluvia con perfumes de rosas,
y me tiño los labios con color de frambuesa,
para que cuando vengas, como ola de playa
se abra la melodía, a tu afable oído,
como una sínfonía donde golondrinas aladas,
nos regalen sus trinos,sus pedazos de invierno,
y derrotado el abismo que separa nuestras voces
podamos revestirnos de un dulce "te quiero".