Poema al abuelo

Tenía tan solo una mirada
Y ya sabias con quien estabas.
Tenía tan solo un reloj gastado.
Ni tarjetas de visita, ni títulos.
Ni coches de caballos.
Ni tuvo rencores, ni odios,
Ni fuertes palabras.
Tenía palabra de honor.
No hacía falta que jurara por Dios.
Tenía una audiencia
que éramos todos.
Tenía toda la sabiduría
y en sus genes latía la educación.
Mi viejo era siempre domingo
de pipirimingo.
Se fue dulcemente durmiendo
creyendo que ya molestaba.
Se fue sin mi beso en sus manos
hinchadas.
Ya no tengo más lágrimas
ni tengo nostalgia
porque tengo su esencia
que es su herencia mejor.
Me queda de él su fragancia
de hombre sensible y amante
del alma.
Su espíritu alegre me salva
de sufrir en la distancia.
Quisiera ser mujer
Y por él ser amada.
Quisiera tener un gramo
de su ser tan educado.
Mi viejo duerme y descansa
y todos velamos su calma.
Se fue un nueve de mayo
por todos acompañado.
Perdóname padre si no te encontraba
Estabas tan cerca que ni te miraba.
Bajo tu sombra que bien lo pasaba.
Perdóname padre por probar tu paciencia.
Eras como un niño que daba cariño
Allí donde estabas.
Qué buena tu herencia
que dura tu ausencia.
Tan fuerte tu esencia
Que tendrá permanencia
tu olor en mi conciencia.