CANTO AL OBRERO

Obrero, hermano mío, ya no cantas
la inútil oración de tu tragedia;
Destruye tu dolor cuando trabajas
y eleva el corazón en la palestra.
Obrero, hermano mío, cuando el hambre
haga guiños de horror en tu existencia;
cuando tu voz disuene en el combate,
clamando redención a tu miseria.
Resume entonces el fuego de tu sangre
y llévalo a tu voz para una hoguera:
Surtidor de justicia en todas partes
con divisas de muerte por bandera.
Obrero, hermano mío, mira al cáncer
de los explotadores sin conciencia,
de los que alzan los precios de la carne
y se oponen a que hayan más escuelas.
Obrero, hermano mío, si la tarde
se enciende de pasión frente a la estrella,
redobla tu ilusión. Sigue adelante
con los puños en alto en la contienda.
Obrero, hermano mío, busca el aire
cual gladiador romano en la refriega:
se cual la fuerza cósmica, sin cárcel,
y como el agua abriendo la represa.
Obrero, hermano mío, con mi sangre
te daré mi dolor, toda mi herencia
del Indio soñador, que hasta hoy no sabe:
Cuánta es la libertad.Cuánto es su emblema.
Obrero, hermano mío, di que no es arte
la misión del artista que se entrega;
no derrotes tu amor, besa la imagen
de su afecto y su luz y sus arterias.
Obrero, hermano mío, quiero que hables
de la revolución.de la miseria,
porque todo es igual: Libre con hambre.
porque todo es igual: Libre sin tierra.
JOSE MARÍA DEL CASTILLO
EL POETA
BARRANQUILLA, DICIEMBRE DE 1980