Conociste un alma que desconocía
el doble sentido, un alma que en todo
creía, que entregaba sus sentimientos
enteramente, sin reservas.
Porque la vida es amor, siempre es amor.
El alma estaba abierta al amor sincero.
Nunca pudo saber si era engañada y solo
supo dar y amar con todo su corazón.
Castillos de hielo la rodeaban sin saberlo.
Poco a poco fueron congelando su alma,
las ganas de seguir soñando y amar sin
miedo a ser lastimada.
Se escondió como el sol, para no ser alcanzada
por la maldad y el odio, no quería ser cautiva
y sus alas querian volar para no vivir presa
su alma, nunca más en un castillo de hielo.
El frio del hielo la dejó ciega, pero esa ceguera
le dió luz nuevamente en su interior, despertando
su corazón, para iluminar otra vez sus sueños.
Y con sus alas de cristal volvió a volar.
Lina
Lagodecristalesazules
30/01/2017
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