Este, nuestro nuevo hogar,
refugio maravilloso,
paraíso delicioso,
tan íntimo y abrigado,
donde dos enamorados
por fin se pueden amar
sin ser nunca molestados,
en un sueño continuado
de completo bienestar.
Templo de amor y de dicha
saturado de armonía
en la profunda alegría
que, desde ahora, sabemos
que no habrá de terminar.
Hogar bello y placentero
testigo de nuestro idilio,
de nuestro amor verdadero,
tan inmenso y duradero
como las olas del mar.
Este hogar está bendito
y en él nuestros corazones
comparten las ilusiones
que vamos a realizar
en íntimas condiciones;
aquí, ambos nos entregamos
un amor tierno, infinito.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Domingo 25 de Octubre del 2009.