Pena para no penar

¿Quién decide cuanto penar
en el sufrimiento, en la desilusión?
La respuesta representa a la soledad más absoluta
sería como un juego individual en el que uno mismo pone las reglas.
Aunque si la sociedad impone leyes
¿no debería rebuscar en el fondo del alma?
Pero allí nada es importante
no existen peligros latentes que enturbien los mecanismos de la justicia
Por eso, en la frialdad de esta sala
ante el recogimiento más absoluto
padezco el horror de encontrarme con mi alma
que me doblega ante la pena impuesta
y me hace aumentar este ahogo.
Me permito pues, vivir sin ser juzgado
Sin ser digno de sentencia
con un dolor en el que no existe la calma
sin tener ninguna razón para seguir.
No hay ley alguna que me exima de sufrir
como tampoco hay pena para no penar
Aunque si la elección es noble
pueden haber indicios de esperanza, valor y poder para vivir.