La palabra conocida que se traba en la punta de la lengua,
la callada imagen de un hombre que espera la lejanía,
pensando un poema para atravesar las llamas de tu cuerpo,
Cada semana y cuando llegas me desespero.
Paso los labios que tatué en las palmas de tus manos,
por tu cara poniendo esmero, un beso sobre tus senos,
formando un lenguaje, que explica tu presencia, me muero.
Y pongo los ojos, frente a tus ojos, amada Laura,
Para demostrar mi amor de todos los días,
lamiendo anhelos, que se escuchan, sin melancolía,
en estas estrofas, hay río posible en la corriente.
Tiempo que se diluye bajo el agua, como serpiente,
Vengo en la misma ola, donde se muele el trigo.
Tu corazón llega despacio, hasta el corral que traigo,
un rayo de luz, el presente sol cuando la tarde se apaga.
Si después las estrellas son más limpias,
y yo me calzo un umbral en la tormenta.
Dejo de ser tormenta al viento, versos vacío,
en el mapa ajeno su brújula jira el Norte buscando
Copyright © 2010 - Ramiro Álvarez Cedeño.