Aquel olvido que un día, tatuaste sobre mi espalda.
Pintó una selva densa y oscura en mi mirada.
Allí no habitan, gatas salvajes, ni anacondas.
En lo profundo vuelan luciérnagas, en la hondonada.
Ya no me busques, si no me quieres, no espero nada.
Nada que el fruto agrio que esconde tu voz de flauta.
Traiga arco iris, sendas plagadas de rosas blancas,
Porque no creo, en la dulzura de tu mirada.
Ya eres casa de una termita que te corroe.
Reo corpóreo, de una lumbre que te devora.
Se extinguirá con la llegada de la mañana.
Pero no vuelvas, quiero el silencio, amo al agua.
be. Bj