El amor tocó a tu ventana

En los vestigios de la brisa,
Que dulcemente bajan de la montaña
Traen consigo los recuerdos en aquella cabaña
Cuando te refugiabas al calor de mi camisa.
Días felices e inolvidables,
Noches salpicadas de intenso amor
Embriagados de caricias gritábamos sin temor,
Es nuestro amor cual potro salvaje e indomable.
Recuerdo tu piel erizada,
Y mis besos tu pasión encender
Llorabas de alegría y no podías entender
Que eran lágrimas tiernas de una mujer enamorada.
Después de tantos años transcurridos,
En la soledad de aquella cabaña tenebrosa
Quedo el aroma de aquella chica que hoy es mi esposa.
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Ángel R. Anaya Puerta