El ángel que cuida tu vida

Te busco incesantemente en cada rincón de la estancia,
ya sé que te has ido para siempre
y que nunca más veré la hermosura de tu rostro.
¿Qué será de mí?
Es la incertidumbre que me mata.
Vivir la agonía de no verte,
de no sentirte a mi lado cada vez que te necesito;
sentir la honda pena de sufrir el olvido perenne de tus nobles acciones.
¿Dónde estarás?
¿En qué punto predilecto del jardín eterno
haces morada para tus hijos huérfanos?
Abro los ojos en medio de la noche aterradora
para ver si tu silueta se pasea a mi lado.
No, no te veo y un mar de lágrimas inunda mis mejillas.
Me asomo a la ventana
y te busco en medio de la noche solitaria,
quizás una estrella fugaz me señala
el camino que seguiste al cielo.
Me niego a creer que ese cuerpo inerte
escuche mis voces desesperadas.
Cierro mis ojos
imágenes dolorosas ya no soportan.
Me duermo
y feliz te veo llegar con esa sonrisa tierna
con esos ojos llenos de vida
y ese brillo especial que adquiere tu rostro trasformado.
Te acercas silente y me estampas
un dulce beso en mis húmedas mejillas
y me dices muy quedo:
ya no sufras más, hijo mío,
más que tu madre muerta
soy el nuevo angel que cuida tu vida.