Tenía la idea el pobre bëodo
que empinando el codo su pena se iría;
pero sin embargo mientras más bebía,
tanto más sufría sin hallar el modo
de ahuyentar su pena, de salir del lodo
donde cada día más y más se hundía.
La gente al mirarlo borracho, reía
y hasta le pusieron un brillante apodo:
el "barril sin fondo" ¡menuda ironía!
pues ya no bebía. Tragaba y tragaba
y en cambio su pena crecía y crecía,
porque en la medida que se emborrachaba,
no ganaba nada, todo lo perdía
y su pena, claro, más lo atormentaba...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC