El olor de mi barrio

El olor de mi barrio tiene la savia nueva
sus veredas sienten el frío de un invierno,
y en cada casa se siente por vez primera
el paso de la vida de seres que hoy recuerdo.
El olor de mi barrio es único y permanente
como esas cosas que no cambian todavía,
el tilo perpetuo y sus cigarras que inminentes
desangran sus chillidos de tersa melancolía.
El olor de mi barrio aparece displicente
cuando el orgullo blande seres y alegorías,
el correr su laberinto veloz y de repente
la lluvia copiosa y tus ojos que no mentían.
El olor de mi barrio me acerca miles de espectros
el verano sinuoso y otras bellas primaveras,
la mano de mi madre acariciando mis pelos
que al viento invocaban por perderme en su acera.
El olor de mi barrio hoy parece distinto
ya la pelota no corre en sus baldíos,
ni el rumor silencioso de la siesta distingo
cuando recorro mirando jardines y estío.
El olor de mi barrio se llevó tu perfume
y tus faldas floreadas no son lo que eran,
pero quedó inmerso en mi alma pues hube
dejarte los versos, de cada primavera.