No quisiste, Jesús, ser Nuestro Juez.
Solo quisiste ser Nuestro Maestro.
No viniste a juzgarnos,
Que viniste a enseñarnos,
E imitando tu Ejemplo,
Con el nuestro enseñamos.
Que el Discípulo aprende
Si es, primero, el Amor, después la Ciencia,
Lo que el Maestro, con Amor, le enseña.
Maestro te llamaban tus Discípulos:
¡Qué Nombre, Jesús Mío, más bien puesto!.
Tanto que de entre tantos
Nombres que te pusieron,
Para Ti el más querido
Fue siempre el de Maestro.
Tanto que Tú a Ti Mismo
Maestro te llamaste,
Y no quisiste compartir con nadie
Título tan excelso.
Si hay un Modelo digno de imitar,
Porque en él se nos muestra al Buen Maestro,
Sólo Tú, Jesús Mío,
Has sido ese Modelo.
Otro mejor, no habrá.
Todo Maestro que de Ti se aleja
Olvidándose está de esta Verdad:
Si con Amor no enseñas
Jamás de ti el Alumno
Aprenderá.