Despojos de Venus que en otros tiempos
expusieron sus pétalos al placer,
yacen como cieno en los andenes
insinuando a los hombres que hacer,
y si incautos en su ardid caen
una venérea puede contraer
y hasta el sida a su casa lleven.
Si caminar por el alar prefieres,
fácilmente no lo podrás hacer
al encontrar un mercado persa,
gran multitud que va y viene,
el gay, el ejecutivo, el loco o el trabajador
llevan los parpados vacíos y tembladores,
donde la seguridad declina a sus pies.
Volver ha sentir su mirada ahora quiero,
meter las manos en el aroma del pasado
y disfrutar el fulgor genuino del arroyo
que veo pasar por el umbral desnudo
de piedra escalonada en los límites de mayo,
olvidando el tiempo sórdido de la gran ciudad
donde no solo se ve riqueza sino mendicidad.