"EL TRABAJO ES UN DON"
Afanarse, apresurarse,
bien con razón o sin ella,
no es siempre evidente huella
de un amor que quiera darse.
Siempre es mejor ordenarse
con dinámico reposo,
sin duda más provechoso
para el hombre que la prisa.
Siempre a tiempo una sonrisa
hace al hombre más dichoso.
Muchas veces el reposo
pleno, sí, de inspiración,
agiliza al corazón
con su ritmo silencioso.
No por ser vertiginoso
más a tiempo se te llega
el momento de la siega.
La fe sin exaltación,
a la luz de la razón,
da más crédito a tu entrega.
El trabajo es una forma
cabal de imitar a Dios.
Busca su amor y ve en pos
de la gracia que te informa.
El trabajo es esa norma
singular del Hacedor
que es el alma y el motor
de las obras más honrosas,
las que lucen más hermosas
aún en medio del dolor.
El trabajo es siempre un don
y así debes entenderlo,
pues que aun sin merecerlo,
es sublime posesión.
Gracias da de corazón
por tan noble privilegio.
No es un simple sortilegio
ni un producto del azar.
Dios te está invitando a amar
y el trabajo es su colegio.
El trabajo dignifica,
salva, eleva y te redime.
El trabajo es la sublime
condición que vivifica.
Al osado que claudica
y a la ociosidad se lanza,
se le agota la esperanza,
se le enturbia el corazón,
desbarata la ilusión
y a vivir su fe no alcanza.
El ocioso, el perezoso
pierde la oportunidad
que con generosidad
Dios le brinda. Pierde el gozo
de crear. Es un esbozo,
expresión del fracasado,
que al hundirse en el pecado,
más y más de Dios se aleja.
Luego sufre, va y se queja
de lo que él mismo ha causado.
Baña la tierra y fecunda
Dios con su lluvia temprana;
bien de noche o de mañana,
de sus bondades la inunda.
Pídele a Dios que te infunda
su espíritu diligente
y con sudor de tu frente
el terruño que posees,
del mismo amor lo recrees
con gratitud permanente.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)