Hoy te escribo soledad

Estoy solo… susurro mientras el poder de la misma palabra resuena vacía sobre mi cabeza, al tiempo en que la misma, se empieza a llenar de sangre por la potencia ejercida de un cinturón agarrado con mis dos manos y ejerciendo segundo a segundo una pequeña fuerza sobre mi cuello, y derramando uno a uno, los pocos vestigios de esperanza y fe en el amor que me quedaban, ora una lagrima por ella, ora otra lagrima por que ya no será nunca, ora otra lágrima por que le di mi bendición con otro sujeto, ora otra lágrima por que, estoy solo,
Y pensando en lo que fue, el pasado atroz que me atormenta y me hiere, mientras me arrebato poco a poco el aliento que me queda de vida, sueño con ella entre mis brazos, como cuando fue alguna vez, esa vez que repito, creo que ya no será, y tristemente mientras siento mi cabeza a punto de estallar por la sangre capturada y mi cuello a diez centímetros de diámetro por la presión ejercida del pedazo de cuero, tal vez a unos pocos segundos de morir, veo, lo mas importante, ella, que ocupa todo espacio de mi mente, y en segundo termino, mi familia y mis amigos, y reflexiono: “Ya todo está bien, ya todos tienen su vida arreglada, y yo, solo, ya he cumplido todo lo que tenía que cumplir”… aprieto un poco mas el cinturón, comienzo a ver borroso, mas, un poco mas y estaré lejos de aquí, condenado en otro sitio, y sigo apretando y siento las venas de mi cabeza preparándose a estallar, un poco mas, solo un poco mas, unos instantes de dolor y fin de la historia, así que sigo apretando, hasta que solo me da tiempo de pensar… adiós, y a punto de morir… suelto el maldito cinturón, cobarde de cometer suicidio, maleva la vida que no me deja morir, cruel el destino que a todos les cumple menos a mi, y al son de “Sonata de claro de Luna” suspiro de nuevo y pienso…estoy solo…. Y caigo en cuenta de que, solo y todo desgraciado y corroído por la desgracia de un amor que ya no será, tengo que seguir adelante, no por nadie, mas que por mi mismo, y no por amor propio, puesto que sé que no me quiero, sino simplemente porque debo de hacerlo, y mientras desesperadamente, la última lagrima corre por mi mejilla como si tratase de rescatar las vastas esperanzas que quedan en mi para ser amado el tiempo simplemente no disculpa nada y no indulta en lo ínfimo, y la pequeña lágrima que me quedaba, esa lagrima de esperanza… se evapora, y blasfemo en voz baja el nombre de Dios y me condeno de vez, a las brasas infernales… de nuevo, y pensando en mi futuro, tal vez ya un poco loco y un poco mas desesperado, pienso de nuevo y reacciono ante lo que había dicho, y decido reiterarlo y confirmarlo y de nuevo en patrones de comportamiento susurro en voz baja… estoy solo… y lo reacciono, y no caigo en cuenta, de que no es cierto, puesto que, contrariamente y en efecto, lo es, y mientras salgo al pequeño patio que se encuentra atrás de mi cuarto para ver la Luna, simplemente en ropa interior y todo destrozado, le contemplo (a la Luna) y en susurros, se disipa otra pequeña lagrima y un grito abrasador que reclama el llanto de un hijo deseando ser atendido por su madre, pero la madre simplemente… no responde, solo brilla y calla, y los astros que le rodean, inmóviles, reiteran que en efecto y sin lugar a dudas…. Estoy solo…. Y entonces pienso, tiempo, es cuestión de tiempo para que encuentre a alguien, y es cuestión de tiempo para que alguien sepa amarme, pero mientras recito esto con efímera cordura, recuerdo lo que sucedió líneas atrás, y recuerdo entonces que, “el tiempo no perdona”, y nuevamente caigo en rienda suelta de la locura, y mientras veo la luna y oigo su sonata, me tiro al piso y esta vez con lagrimas de desprecio hacia mi mismo, comienzo a llorar esta vez a destajo, con gritos, con alaridos, con susurros, con “perdones”, e irónicamente, me abrazo a mi mismo y me pongo en posición fetal, y trato de pensar “esto ya pasará y me estaré riendo en un tiempo”, y de nuevo a mi mente viene esa frase “el tiempo no perdona” y me desespero, y ya resignado a mi tortuoso destino, simplemente me quedo inmóvil, con la respiración agitada, en ropa interior, con un poco de frío y esperando por últimas, que me de un ataque de pulmonía, que me de un ataque al corazón, pero eso… no sucede… de nuevo, salgo de la posición fetal, y volteo al cielo y esta vez no afirmo, esta vez pregunto con firmeza y en grito desesperado, esperando que mi cuestión sea respondida mágicamente: “¡¿Por qué estoy solo?!”, mas de nuevo, entrampado por el destino y la vaga sorpresa de mi pensamiento… nadie me responde, y con esto de que nadie me responde, logré reiterarme nuevamente que en efecto… estoy solo… y ya harto de mi desventura y de mi soledad, decido en locura, hablar conmigo mismo, y entro bruscamente y azotando la puerta, con una sonrisa maquiavélica y los ojos vidriosos y rojos de tanto llorar, y me siento frente al espejo, y me hablo al azar, como esperando que yo mismo pueda contestarme, como esperando que mi yo interno, me respondiese, mas, con la desesperanza característica del tiempo que me consume, no recibo respuesta alguna, por el contrario, solo una mirada de dolor, de ira y de desesperación por parte de mi reflejo, y un silente y largo plazo de… nada, los ojos de mi reflejo comienzan a vidriar y lagrimas brotan de él, y es entonces cuando me doy cuenta de lo mas temido que pude yo pensar y tal vez de lo mas maniaco y loco que pude reflexionar y pensé entonces… “mi reflejo, también… esta solo”, en este tiempo, la noche consumió vida y azar, y reflejo y persona, nos quedamos solos, sentados, viéndonos, pero solos el uno de el otro, en momentos cual reo encarcelado una hora antes de morir, me arrepiento de todos a quienes dañé y por consiguiente, a los que de mi lado, alejé, y ya seco, sin lagrimas que poder derramar, aun mas patético y triste, solo me arrodillo ante un crucifijo que tengo junto a mi cama, me persigno, y no rezo, simplemente, me quedo callado, impávido, quieto y sigiloso, no sé si esperando a que ocurra un milagro, no sé si simplemente por la locura de la soledad, o tal vez simplemente por que quería hacerlo, pero tiempo después, me levanto, sacudo un poco mis rodillas y camino desesperadamente en derredor del cuarto, como buscando algo, pero sin encontrarlo, y entonces contemplo a mi viejo rifle, ahí arrumbado y oxidado por el paso de los años, justamente igual que yo, y pienso, “tu, una bala y yo, podríamos hacer algo interesante”, desgraciadamente, me vuelvo a caer en cuenta de una cosa, que ya sabía, que ya había corroborado y que ya había confirmado, puesto que no encontré ni una bala, caí de nuevo en razón y pensé… “maldita sea, hasta mi rifle esta solo”, así que en su soledad lo dejé, arrumbado y a que se oxidara, justamente igual que alguien hizo conmigo, y seguí caminando alrededor de mi cuarto, siempre buscando, siempre sin encontrar algo, y a final de cuentas, dejo de buscar, es entonces cuando en mi locura final, llego a una conclusión… busqué y busqué un objeto para matarme, una opción enfermiza de estar con alguien, la tristeza de pasar horas perdiendo el tiempo, y de todo esto, lo único que encontré fue dar razón, al pensamiento inicial de todo el asunto, el pensamiento que me hizo caer en esto y con el cual tendré que cargar por toda mi maldita existencia, y eso es que en verdad… estoy solo…