Agazapado en las miserias de mi vida,
sucumbo en el desdén de la soledad.
En el atardecer de unos sentimientos yermos,
muere mi corazón en los caminos del anhelo.
Divago por senderos de una vida perdida,
cual fantasma errante abnegado a su condena,
y en ausencia de un sentimiento que alivie mi pesar,
descanso en el arroyo de los sueños efímeros.
Cuando el sol toca la tierra en un baile de color,
y Morfeo te acaricia con susurros de letargo,
mi alma transida de dolor desfallece en paz,
con la ilusa esperanza de tiempos mejores.