Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Poesía
Todos
Ordenar por:
Mas recientes
Menos reciente
Más vistas
Defecto
Poema
Categoría: Sin Clasificar

El Evangelio segun Satanas II

2-Breve Intro,
Herodes era un magnífico ejemplar de lo estúpido que son los reyes. Los linajes de estas gentes empiezan en algún vulgar zapatero u ordeñador de vacas. Temen en sus cortas vidas por dos: A los nobles que los circundan, y a los pueblos a los cuales mandan. Pues aquellos, hipócritas, les harán ver que cualquier buen descendiente de granjero puede llegar a Rey. A las multitudes, más verdaderas, pues alguna vez les cantarán la justa, y se les pueda llegar a complicar si llegase a suceder. Herodes era Rey. O al menos eso Augusto le dejaba creer,
Herodes era un sanguinario déspota hebreo, aliado condicional de los romanos, cuando supo, por las profecías que sus aduladores explicaron, que un descendiente directo de la Casa de David nacía por esas fechas. Un niño mortal, que venía a destronarlo. La rama femenina de la familia del por nacer transmitía en sus venas la sangre real del viejo gran linaje. Esa joven mujer a la cual su padre haría casar con un maduro carpintero, se llamaba María. El padre de ella, sabedor de las profecías que hablaban del nacimiento del descendiente del Rey David por esas fechas, quiso ahorrarse problemas con la ley, y dio su hija a un noble y pobre carpintero, tan plebeyo como los carpinteros suelen ser. Recordemos para más datos que en la antigua creencia arraigada de los hombres, era la mujer la que transmitía los derechos de la realeza. Eran las mujeres, como creadoras de vida, las veneradas en la antigüedad. Puesto que en aquellas épocas se valoraba más la vida terrenal. Una personalidad capaz de dar vida, de crearla, merecía ser, sin duda, la acreedora de la adoración de las masas. Un dios como todo y parte, la mujer como su instrumento. Lo de Eva traicionando al hombre y desprendimiento barroso de la costilla de Adán es un cuento más cercano en el tiempo. Pero vayamos a esos hechos lejanos:
Yo no me encontraba en esa inhóspita tierra llamada Israel. Nada que ver. Es un chiste del mundo, y de mal gusto, que esa mala tierra pueda llegar a ser tierra sagrada y escogida por un Señor tan omnipotente como las mentes puedan inalcanzar a ver. Si así fuera, que torpe Señor. Liberar y mostrarse como tal a pueblos tan minúsculos en la abarcadura mundial, y liberarlos hacia a una tierra en donde no crecen ni los musgos. ¡Si me dijeran que los llevó a la Pampa Argentina, a las orillas del Missisippi o el valle del Po, o los ríos Eúfrates y Tigris, o los Amarillo y Azul en la China! Angustiado por desandar los caminos sin provecho, ese viejo nostálgico sin descendencia que era Abraham, habitante de Ur, se fue para esas confinidades convenciendo a su mujer que una voz mayor le había ordenado hacerlo. Y la pobre esposa, queriendo creer que en otro clima tal vez pudiera dar a luz, creyó. Y para peor cuando la criatura de su seno nació y le llamaron Isaac.
- ¡Teníamos un arreglo! – Le espeté entonces a ese barbudo que eructa – Desde los inicios de los tiempos que este planeta era mío, mío y mío, y tú no interferirías en los sucesos por venir. ¡Al darle esperanza a ese viejo podrido, y darle descendencia a esa noble mujer, has permitido que mediten sobre la existencia de seres superiores jugando a las veces de titiriteros con sus vidas! No era ese el trato por el cual acepté administrarte esta estancia grande que es la tierra. Puedes meterte el mundo por el culo – y dicho eso me largué de allí. Le dejé solo pretendiendo administrar esos campos. Obligado a bajar a la tierra de los mortales varias veces. Presentándose a Abraham, dándole un hijo para que le obedeciera y temiera, destruyendo ciudades donde el hábito común era vivir libres de interjecciones divinas manejándoles moralmente la existencia. Amargándoles, decían. Sodoma y Gomora: Me acuerdo dando unas fiestas de orgías sexuales en las ciudades sagradas cuando se aparecieron tres fantasmas y empezó una de rayos y centellas que ni les cuento. El Dios moralista, empezó a hacer política, quien no sabía menemizar. Y al saberse minoritario y desobedecido, obró con mala fe. Dejó que sus corderos, su Pueblo escogido, mataran en su nombre a otros pueblos, hijos suyos también. Cuando se cansó de corretear de aquí por allá, y sus mismos hombres de escuchar sus sinrazones, los abandonó a su suerte: Para que terminaran en la esclavitud. ¡Pero claro, me digo yo! Si no les he contado yo, como llegué a administrar el mundo por obra y gracia mía…
Datos del Poema
  • Código: 313649
  • Fecha: 11 de Octubre de 2008
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.93
  • Votos: 67
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2,665
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: Genesis
País: MexicoSexo: Masculino
Fecha de alta: 07 de Diciembre de 2007
Ver todas sus poesías
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.188.152.162

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Poesias: 99,627
»Autores Activos: 4,260
»Total Comentarios: 47,522
»Total Votos: 9,266,099
»Total Envios 159,596
»Total Lecturas 142,892,756

© HGM Network S.L. || Términos y Condiciones || Protección de datos | Política de Cookies