Desde el balcón, a la distancia yo te miro;
Andar desnuda en el jardín vecino;
Cuerpo perfecto, piel de porcelana;
Que agitan mi pasión y mis latidos. Te descubrí una tarde y desde entonces,
en mi reloj solo existen dos horas;
Que son tan cortas como largos los minutos,
que me queman si un poco te demoras. Diosa malvada sabes que te observo,
Y miras de reojo a mi trinchera;
te sumerges sensual en tu piscina,
y transformas el agua en una hoguera. Mis ojos se impacientan por mirarte,
sacar tu desnudez y abrir el cielo;
Y envidio aquellas gotas que se adueñan,
de tu par de pezones y tu pelo. Tus redondas caderas y tu espalda,
brillan al sol y aumentan mi agonía;
Me da rabia poder solo mirarte,
y aceptar que nunca seras mia. Al recorrer la toalla por tu cuerpo,
mis manos maldicen a la distancia;
Tu sabes que me tienes en tus manos,
y te burlas jugando con mis ansias. Adoro este castigo que me impones;
Aunque sea mitad vida y mitad muerte.
Desde el balcón muere mi vida y vivo un poco,
en agonia cada vez que puedo verte.