Señorina

Perdiendo los días

fugaces estrellas pasan por mis pupilas

amada mía no te tengo y te quiero tener

no opino lo mismo que pablo Neruda

“Me gusta cuando callas porque estas como ausente”

añoro yo tu voz celestina

tu voz se convierte en presencia fidedigna

la tumba flores de colores tenia

su perfume no se iguala al que emanaba tu piel querida mía

es bizarro que tú en las noches más plutónicas

me abraces y recuerde tu calidez

por haberme dejado en el abismo, no estoy enojado contigo

después de tu fallecimiento

negar no puedo, llore mares de perlas

quizá aportarán a la tierra que cuidabas

el alma se hace difusa impenetrable confusa…

cada vez que te añoro…

No sabes cómo escribo remembranzas en un frágil papel

que tal vez probablemente se borren al amanecer

¡sin ti! ¿qué hacer?

como seguir si el amor que te di es el aire que fluye por mi cuerpo

cada alba me entregabas esa pasión desmedida

tú me dabas besos con un sabor embriagador

¿El día en que nos conocimos, Señorina recuerdas?

en Italia, en la Toscana

tú, leyendo un libro de literatura

yo, con el corazón acelerado sin repudio, observándote

sin miedo alguno

señorina mía…  de ti qué más puedo decir

Fluía con el viento tu cabellera rubia

Y esa forma encantadora en que escondías mechones de cabello detrás de tus orejas

que hombre feliz fui

al ver ese movimiento singular

me entregabas, solamente tú

aun me pregunto ¿qué veías en mí?

sí tú mujer, añorada mía eres más que un ángel en esta tierra

Distante y amenazadora la noche se posa

solo mis lágrimas pueden calmarme

tener que aceptar señorina

que no volverás a mí

señorina, señorina tu recuerdo me da vida…