Sentado a la barra
de restaurante famoso,
invisible de toda mirada,
gozoso de compartir
cien mesas y manjares
con seres que ama,
mirando el mas allá
de risas y "charlas"
en hombres y mujeres
olvidados de rezos o alabanzas;
el hombre solo .
envuelto en ropas blancas,
sin sentir el frío
o el calor de las llamas,
espera la voz necesitada.
Se entremezcla la algarabía,
con la música que pasa
un joven somnoliento de madrugadas,
y el hombre solo,
sigue esperando la voz
que convoque a la mesa
necesitada.
Postres, brindis,adición,
. dinero, abrazos y despedida;
niños ansiosos de viajes
y los "conejos de Pascuas",
con premura desmedida.
El hombre paciente y solo,
esperando cualquier llamado,
y ojos abiertos desde el alma
aguarda que se mencione EL NOMBRE
del necesitado de LA PALABRA.
Manteles sucios y arrugados
sillas que yacen vacias
alzadas para barrer el pasado.
El hombre se divide
en cientos de cuerpos, .en mil manos,
acompaña a todos; y queda pronto
de algún "olvidado" creyente,
recuerda y llama.
Sin escuchar su nombre,
sin sentir mencion
de lo necesitado,
JESÚS, se levanta.
En otro sitio apartado,
el enfermo solo en dolores
recuerda y llama.
necesita aliviar su mal,
y lavar sus pecados.
NECESITA DE MI!
PIENSA EL SER QUE AMA.
Edgardo Ruiz Beldarrain